Época: Roma
Inicio: Año 753 A. C.
Fin: Año 476

Antecedente:
La religión



Comentario

Junto a los sacrificios, la adivinación era otro de los pilares en los que sustentaba la religión romana. Para los romanos era importante conocer el futuro y la voluntad de los dioses, por lo que recurrían a prácticas adivinatorias antes de emprender cualquier acción de importancia.
Existen distintos tipos de especialistas en la lectura del futuro. Los sacerdotes podían leer en los oráculos de origen griego; los arúspices interpretaban las vísceras de las víctimas sacrificadas; y los augures podían conocer directamente la voluntad de Júpiter.

La voluntad de los dioses era interpretada de maneras muy diversas. Una muy común era observar las vísceras de los animales sacrificados, especialmente el hígado. En otras ocasiones se interpretaban fenómenos naturales como relámpagos o temblores de tierra A veces los adivinos miraban el vuelo de los pájaros: si el ave volaba en línea recta desde la parte izquierda del augur, el presagio era favorable; no era así en caso contrario. Los vuelos a baja altura eran tenidos como una señal negativa.

Otras veces los adivinos interpretaban los sueños o la manera de comer de los pollos.

La importancia de los augures y adivinos en el mundo romano fue capital. Muchas veces fueron consultados por el senado y los generales les pedían su parecer antes de la batalla. Su papel fue reconocido con la creación, en el siglo II a.C., de un colegio de arúspices de Etruria, por parte de un senado consulto. Ya durante el Imperio, sesenta aurúspices crearon un colegio para defender su profesión de quienes consideraban intrusos.